Erase una vez un pequeño conejito que iba caminando por el bosque en busca de unas ricas bayas para comer cuando de pronto un lobo le asaltó. El conejito asustado se tiró al suelo, se cubrió la cabeza con las patitas y dijo:
-¡Por favor señor lobo, no me coma, tengo mujer e hijos!
A lo que el lobo contestó:
-Pero no quiero comerte.
-Entonces, ¿porque has saltado delante mía así de repente?-Dijo el conejito confuso.
-Veras...-Dijo el lobo-Hace mucho tiempo que deje de comer animalillos porque me daban pena cuando tenía que matarlos para sobrevivir y después no podía comer tranquilo pensando que antes lo que está sobre mi plato estaba corriendo ante mí atemorizado, pero llevo mucho tiempo comiendo solo hierba y hojas del bosque. ¡PERO ME MUERO DE HAMBRE Y NO AGUANTO MÁS SIN COMER CARNE!-Grito entre llantos el lobo.
El conejito vio lo mal que lo estaba pasando el lobo y que en el fondo era buena persona por lo que decidió ayudarle y le comentó que le prepararía una merienda que podría convertirse en la comida de diario del lobo.
-¿Has terminado ya conejito?-Dijo impaciente el hambriento lobo.
-Ya falta poco un segundo.........¡Terminé!-Dijo el conejito.
-Hala que es eso-Dijo el lobo sorprendido ante un gran cuenco de frutas del bosque.
-Pruébalo, seguro que te gustará, es con lo que yo sobrevivo todos los días a parte de las hortalizas.-Añadió el conejito.
-¡Guau tienes razón conejito! no sabia que esta comida existiera en el bosque.-Alabó el lobo.
A partir de ahora el lobo se hizo gran amigo del conejito y de todos los animales débiles del bosque. Se convirtió en el protector de los indefensos.
FIN
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